Teatro Colonial
La actividad llegó a estas tierras de
la mano de los conquistadores y misioneros
españoles. Lope y Calderón fueron los autores más
representados, por gozar de prestigio en la
metrópoli, mientras al mismo tiempo florecía el
teatro de catequesis, impulsado por los religiosos.
Al comenzar el siglo XVIII ya se había perfilado un
público para el teatro de entretenimiento. En 1783,
el virrey Juan José Vértiz autorizó el
funcionamiento de la primera casa de comedias,
conocida como Teatro de la Ranchería que
funcionó en un galpón de techo de paja, habilitado
hasta que se construyera un recinto definitivo,
proyecto que nunca llegó a concretarse. Allí debutó
en 1788 la actriz María Mercedes González y
Benavídez, viuda y madre de tres hijos, quien debió
recurrir a la justicia para poder ganarse el pan
sobre las tablas, en función de la férrea oposición
paterna. Allí también se estrenó un domingo de
carnaval de 1789 la loa La Inclusa y el
drama principal en cinco actos Siripo del
poeta y periodista Manuel José de Lavardén, cuyo
texto hoy perdido es considerado el comienzo del
teatro culto nativo. De la misma época data una
pieza considerada fundacional de la vertiente más
popular de la escena nativa: El Amor de la
Estanciera, sainete de autor anónimo y de
ambientación campesina. En 1792 un incendio
determinó el cierre del recinto. |