El Nuevo Siglo
Los comienzos del siglo XX inauguran
la época de oro, donde brillaron los nombres de
Roberto J. Payró (Sobre las Ruinas;
Marco Severi), Florencio Sánchez (Nuestros
Hijos; En Familia) y Gregorio de
Laferrere (¡Jettatore!; Las de Barranco),
quienes dieron gran impulso a la actividad escénica,
basados en una estética costumbrista de alto impacto
en el público.
El gran hito se produjo en 1930, cuando Leónidas
Barletta fundó el Teatro del Pueblo, piedra
fundamental del movimiento independiente, ubicado en
las antípodas de lo comercial. La iniciativa tuvo su
período más fructífero entre 1937 y 1943, con un
repertorio universal que no descuidaba la producción
de autores nacionales como Roberto Arlt (Saverio
el Cruel; 300 Millones; La Isla
Desierta), Raúl González Tuñón (El
Descosido; La Cueva Caliente), Álvaro
Yunque (La Muerte es Hermosa y Blanca;
Los Cínicos) y Nicolás Olivari (Un Auxilio
en la 34).
La década del 40 se caracterizó por la afirmación
del teatro independiente y la proliferación del
vocacional. Además de Barletta, cabe citar elencos
como La Máscara y el Grupo Juan B.
Justo. Nuevos dramaturgos como Andrés Lizarraga
(Tres Jueces para un Largo Silencio;
Alto Perú), Agustín Cuzzani (Una Libra de
Carne; El Centrofoward Murió al Amanecer)
o Aurelio Ferreti (La Multitud; Fidela)
estrenaron sus primeras obras. Se afianzó también el
teatro de títeres, con la producción de Javier
Villafañe (Títeres de La Andariega) y Mané
Bernardo (Títeres: Magia del Teatro), que
luego continuarán Ariel Bufano (Carrusel
Titiritero) o Sarah Bianchi (Títeres para
Niños).
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